
Al fallecer el Papa Francisco, los inmigrantes, los desterrados, los últimos, tienen un amigo menos; los que están en la periferia y carecen de todo poder, los niños no nacidos todavía y los ancianos con grandes debilidades, tienen un amigo menos; los niños soldado, los discriminados, las víctimas de toda clase de abusos, tienen un amigo menos...
De ti y de mí depende, a la luz del ejemplo del Papa Francisco, que el número de los amigos de los pobres y desfavorecidos, víctimas de toda clase de injusticias, lejos de disminuir, aumente en la fecundidad del Evangelio vivido, experimentados y transmitido con sencillez y alegría.
La paz mundial o el cuidado mucho más que ecológico, verdaderamente amoroso, del planeta, tienen un amigo menos... pero a ti y a mí nos corresponde sembrar paz y respeto a la naturaleza, según el paradigma del Papa Francisco.
La participación en una Iglesia Sinodal, abierta, acogedora e indiscriminadamente fraterna, tiene un amigo menos... o muchos amigos más si copiamos las actitudes profundas del Papa.
El diálogo interreligioso, especialmente desde los grandes maestros de la Universidad del Cairo abrazados al Papa, en la búsqueda incansable del entendimiento con el Islam, pueden tener un amigo menos o muchos amigos más que sigan la estela del Pontífice argentino...
¿Veis?, a poco que profundicemos, no nos dejaremos engañar por una división absurda y ridícula entre izquierdas y derechas manipuladoras del mensaje de Francisco: ni era de derechas al hablar contra el aborto, ni de izquierdas al proclamarse gran ecologista. La lógica del Evangelio no tiene mucho que ver con las artificiales divisiones de las ideologías.
De nosotros depende que los últimos tengan un amigo menos..., o muchos amigos más.
Manuel Amezcua Morillas